La importancia de esta película en la historia del cine y su impacto en su género no es fácil de ver en otras producciones, El bueno, el feo y el malo (Il buono, il brutto, il cattivo) no sólo se convirtió en la cima de la popularidad del spaghetti western, sino que fue capaz de reinventar el género del que se ramificó, y ninguna película sobre pistoleros se haría desde entonces sin tenerla en cuenta.
Hollywood acabó reconociendo su maestría, y la de un director, Sergio Leone, que rodó la rudeza del lejano Oeste como nadie lo había hecho jamás, empezó en 1964 con Por un puñado de dólares, y pulió su lenguaje y la épica de su visión cerrando con ella su particular trilogía.
Sin olvidar la importancia de un descomunal Ennio Morricone del que ya hablaremos y un tridente interpretativo magistral con Clint Eastwood, Lee Van Cleef y un inconmensurable Eli Wallach, nos adentramos a diseccionar un mito del cine, del western, y con más influencia posterior que casi cualquier película de los 60.
Ficha técnica El bueno el feo y el malo
Datos | Información |
---|---|
Título original | Il buono, il brutto, il cattivo |
Título en España | El bueno, el feo y el malo |
Títulos en Hispanoamérica | El bueno, el malo y el feo (México/Argentina) |
Director | Sergio Leone |
Guion | Sergio Leone, Luciano Vincenzoni, Age & Scarpelli |
Actores principales | Clint Eastwood, Lee Van Cleef, Eli Wallach |
Música | Ennio Morricone |
Fotografía | Tonino Delli Colli |
Montaje | Nino Baragli, Eugenio Alabiso |
País | Italia |
Productora | Produzioni Europee Associate (PEA) / United Artists |
Año de estreno | 1966 (Italia), 1968 (España y Latinoamérica) |
Duración | 161 min (versión internacional), 179 min (versión italiana) |
Presupuesto | 1,2 millones USD aprox. |
Recaudación mundial | +25 millones USD |


Datos de producción
Tras Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari – 1964) y La muerte tenía un precio (Per qualche dollaro in più – 1965), las dos con un gran éxito en Europa, la productora italiana Produzioni Europee Associate quería con Leone cerrar la trilogía con una superproducción que consolidara el género.
Para ello no sólo querían hacer otra película sobre pistoleros y venganzas, sino que pensaron en situar la historia en plena Guerra de Secesión, un contexto histórico que aportaría épica a la historia de los tres personajes principales.
A estos tres, que la guerra les traía sin cuidado, les une la búsqueda de un tesoro, y para ello crea tres arquetipos de su propio género: un héroe de dudosa moralidad (Eastwood), el villano implacable (Van Cleef) y el buscavidas astuto (Wallach), con un casting que no le costó mucho montar.
Reparto de El bueno, el feo y el malo.
Clint Eastwood repetía como el Hombre sin Nombre, aunque aquí tiene el seudónimo de Rubio (Blondie). Lee Van Cleef pasó de cazador de recompensas elegante a villano despiadado, y la sorpresa llegó con el fichaje de Eli Wallach, al que que Leone vio interpretando al villano Calavera en Los siete magníficos y desde el principio sabía que tenía el potencial para dar rienda suelta a las capas que necesitaba desarrollar Tuco Benedicto.



Además del trío principal, destacan otros actores que se convertirían en asiduos al spaghetti western y en los años siguientes desbordarían las producciones B y C italo-españolas, como Antonio Casale (Stevens, el soldado desertor que muere revelando la ubicación del oro), Luigi Pistilli, como el sacerdote hermano de Tuco, Al Mulock cazarrecompensas, y Aldo Giuffrè como el capitán moribundo de la resistencia Yankee junto al puente.
Dónde se rodó El bueno, el feo y el malo
El rodaje de la película se hizo íntegramente en Italia, y sobre todo en España. Leone volvió a utilizar el desierto de Tabernas (Almería), como ya lo hiciera en sus anteriores películas para rodar extensas llanuras y usar los decorados de los poblados. En Madrid, concretamente en Colmenar Viejo se construyó un poblado que fue usado en el rodaje y de Hoyo de Manzanares se aprovecharon sus rocosos paisajes.
Las escenas clave se rodaron en la provincia de Burgos, entre las poblaciones de Salas de los Infantes y Covarrubias con la colaboración del ejército español de Franco para recrear una batalla de la Guerra Civil americana con cientos de extras uniformados en el río Arlanza.
Otras escenas culminantes, como el cementerio de Sad Hill se rodaron junto a Santo Domingo de Silos, y de su misticismo y reconstrucción hablaremos más adelante.
Tabla de localizaciones del rodaje:
Escena | Localización |
---|---|
Paisajes desérticos y pueblos del Oeste | Desierto de Tabernas y poblados de Mini Hollywood / Fort Bravo, Almería (Andalucía) |
Poblado destruido de Peralta (Nuevo México en la película) | Poblados de western en Colmenar Viejo (Madrid) |
Campamento militar y batalla del puente | Río Arlanza, entre Covarrubias y Salas de los Infantes (Burgos, Castilla y León) |
Cementerio de Sad Hill (duelo final) | Santo Domingo de Silos (Burgos, Castilla y León) |
Campo de prisioneros de Betterville | Carazo (Burgos, Castilla y León) |
Casa del hermano de Tuco (convento) | Castillo de La Calahorra, Granada (Andalucía) |
Viaje de Tuco con los cazarrecompensas | Llanuras de Hoyo de Manzanares (Madrid) |
Escenas complementarias e interiores | Cinecittà Studios, Roma (Italia) |





Banda sonora
Ennio Morricone volvió a colaborar con Sergio Leone por tercera vez consecutiva, pero esta vez decidió arriesgar más que nunca. Su partitura para El bueno, el feo y el malo es un collage sonoro: no solo hay orquesta, sino aullidos de coyote, graznidos de cuervos, disparos, látigos y silbidos que se entrelazan con guitarras eléctricas y coros humanos.
El resultado es una banda sonora experimental y ecléctica, capaz de crear atmósferas hipnóticas que van desde lo solemne hasta lo delirante. Morricone componía pensando en las imágenes que Leone le describía con los detalles de las escenas, y el director a su vez, rodaba con la música ya grabada sonando en el set.
De esta forma, secuencias como El éxtasis del oro en la que Tuco corre por todo el cementerio buscando la tumba Arch Stanton o el duelo final en Sad Hill estaban perfectamente coreografiadas para encajar en las maravillosas partituras de Morricone.
El resultado fue una ópera-western que funcionó incluso por encima de las pretensiones de la productora y Leone, un taquillazo no sólo en Europa, sino que traspasó el Atlántico para arrasar en toda América, el sur, el centro y el norte. Su tercera película fue más larga, más intensa y más estética. Leone transformó el género en espectáculo mítico, y Morricone lo elevó a experiencia sensorial. El spaghetti western dejó por un momento de ser serie B para llegar a la cima.
Sinopsis sin spoilers
En plena Guerra de Secesión, tres hombres cuyas vidas están entrelazadas recorren el desierto y poblados tras el rastro de un tesoro enterrado en un cementerio perdido. Rubio, el hombre silencioso; Tuco, un buscavidas charlatán; y Sentencia, el cazador de recompensas con cero escrúpulos.
El destino los une y los separa entre alianzas frágiles, traiciones y duelos, mientras la guerra sirve de telón de fondo para la búsqueda de 200.000$.
Crítica El bueno, el feo y el malo
El bueno, el feo y el malo es la culminación de un estilo que Leone se había inventado dos años antes, cerrando la tercera parte de la llamada “Trilogía del dólar”, todas las premisas de sus dos westerns previos: silencios infinitos, hombres violentos, encuadres cerrados con ojos sudorosos y la música de Morricone como un guión paralelo, maduran y toman su forma definitiva.

Con mucho más presupuesto para recrear la historia y la guerra de secesión, Leone nos abre su “viejo Oeste” con planos generales descomunales del desierto, grandes escenas de batalla, persecuciones y duelos que se han vuelto míticos e irrepetibles.

El guión no era un argumento sofisticado: tres hombres tras un tesoro. Pero lo que importa es la maestría con la que el director nos presenta a los personajes, las transiciones temporales como la persecución de Tuco a Rubio siguiendo la vida que le quedan a sus cigarros, la sensibilidad con la que confronta la guerra y sus resultados como en la escena en la que Eastwood le da unas caladas a un soldado del Sur moribundo. Pero si hay algo que lo mitifica todo es el in crescendo de la tensión y el ritmo en las escenas en el cementerio de Sad Hill.
La fotografía de Tonino Delli Colli aprovecha la aridez de Burgos y Almería para convertir España en un lejano oeste tan creíble como el rodado en Arizona. Su dominio de la luz solar y el uso de una paleta terrosa que acentuaba la sequedad del paisaje marcaron el estilo visual del film, y convencieron a Leone de repetir con él en Hasta que llegó su hora (Erase una vez el Oeste).
Pero si en algún punto El bueno, el feo y el malo se apoya para traspasar la barrera fílmica y convertirse en culto es gracias a la banda sonora de Ennio Morricone, desde la apertura en su tema principal con ese aullido, las melodías que humanizan la historia como la del Padre Ramirez, o “La historia de un soldado” (story of a soldier) y la increíblemente épica “Ecstasy of gold” y la tensión en “The trio” y esas trompetas en el duelo final.
En cuanto a las interpretaciones, Clint Eastwood nunca fue ni será un actor sobreactuado, es hierático hasta la perfección, pero su personaje es lo que pide. Lee Van Cleef se mete perfecto en el traje de villano, pero la sorpresa y el gran acierto del film es Eli Wallach, que se roba cada escena como Tuco: traicionero, socarrón, cruel y sobrado de carisma. Leone le dio libertad y Wallach le respondió con una interpretación que eclipsaba a Eastwood hasta incluso incomodarle.
Si bien es cierto que Hasta que llegó su hora, puede ser considerada una película más completa y redonda, sin el éxito y la existencia de esta obra maestra predecesora, quizá no hubiera existido. El bueno, el feo y el malo es un western que desbordó al género, lo llevó al terreno de la mitología cinéfila y creó una legión de influencias que aun después de tantas décadas sigue palpitando.
Recepción crítica en su época
En 1966 la crítica estadounidense miraba al spaghetti western con cierto desdén. Se consideraban “películas de segunda” frente a los westerns clásicos de Ford o Hawks. Por eso la crítica no fue benévola con ella, The New York Times calificó la película de excesiva y violenta, aunque reconoció la fuerza visual de Leone. Variety habló de “una ópera de pólvora más preocupada por el estilo que por la sustancia”.
En Europa, en cambio, la recepción fue más entusiasta. En Francia e Italia se saludó a Leone como un innovador del lenguaje cinematográfico. Críticos de Cahiers du Cinéma, la revista de cine francés por excelencia, vieron en la película un experimento estilístico cercano al arte pop, y en España la prensa destacó tanto la espectacularidad como la ironía del filme.
La película no recibió ningún premio ni en su estreno ni en años posteriores, ni siquiera en Italia, por el prejuicio de la crítica de la época y por el contexto del cine italiano de los 60, pero el tiempo puso a todos de acuerdo, porque lo que en su estreno parecía un western excesivo es hoy considerado una de las mejores películas de la historia para todos sin género de dudas.
Recepción del público y taquilla

Donde no hubo dudas fue con el público. En Italia fue un éxito inmediato en 1966, y en su estreno internacional (1967-68) arrasó en taquilla. Con un presupuesto de 1,2 millones de dólares, recaudó más de 25 millones en todo el mundo, convirtiéndose en la película italiana más taquillera de la época.
En España, el rodaje en Burgos y Almería generó tanta expectación que el estreno en 1968 llenó las salas durante semanas, y en Latinoamérica (México, Argentina, Colombia, ..), donde se conoció como El bueno, el malo y el feo, también se convirtió en fenómeno popular, consolidando el spaghetti western como género de masas.
En EE. UU., el éxito fue progresivo, pese a la desconfianza inicial, la película recuperó sobradamente su inversión y dejó abierto el camino a Eastwood para volver como estrella internacional. El boca a boca y el tiempo la transformaron en un clásico global.
Hoy, la secuencia del duelo en Sad Hill es citada como una de las escenas más intensas jamás filmadas, y la música de Morricone suena en conciertos sinfónicos alrededor del mundo. El bueno, el feo y el malo no solo triunfó en taquilla: se incrustó en la cultura popular para siempre.
Curiosidades de El Bueno, el feo y el malo
El cementerio Sad Hill: un decorado resucitado
La mítica secuencia final en el cementerio se rodó en Santo Domingo de Silos (Burgos). El ejército español, bajo la dictadura franquista, movilizó a soldados para cavar más de 5.000 tumbas falsas en forma de círculo. El lugar tras el rodaje quedó abandonado, pero en 2014 un grupo de vecinos y cinéfilos de la zona decidió recuperarlo, formando la Asociación Cultural Sad Hill. Su objetivo era reivindicar el valor cultural y turístico de los parajes donde Leone había rodado y devolver la vida al cementerio ficticio.
Hoy, Sad Hill no es solo un lugar de peregrinación cinéfila, es un ejemplo de cómo un patrimonio de una película adorada por los fans puede convertirse en memoria viva. Tanto es así que cuenta con un documental propio, Desenterrando Sad Hill (2017), que narra el proceso de reconstrucción y la emoción de devolver al mundo uno de los escenarios más icónicos del cine recibiendo la asociación mensajes de vídeo de apoyo de los mismísimos Clint Eastwood y Ennio Morricone.
Ennio Morricone y el silbido
El tema principal nace de un simple silbido imitando el aullido de un coyote. El compositor italiano mezcló guitarras eléctricas, coros humanos, campanas, disparos y hasta látigos como instrumentos. El resultado fue una banda sonora experimental que vendió millones de copias junto a los éxitos del pop.
El inconfundible silbido del tema principal está acreditado a Alessandro Alessandroni, habitual cómplice de Morricone, aunque el imaginario colectivo se lo ha otorgado a Kurt/Curro Savoy. Savoy fue el “rey del silbido” español que popularizó en discos y shows los temas de Morricone, expandiendo su banda sonora y mito. Aunque sí silbó en otros westerns posteriores, no fue el responsable de los que suenan en El bueno, el feo y el malo.
La escena de El éxtasis del oro ha trascendido al cine y la banda de culto Metallica la usa desde los años 80 como introducción a sus conciertos. James Hetfield, líder del grupo, confesó que no puede empezar un show sin escuchar a Tuco correr entre tumbas.
Tuco, el hombre con siete vidas
El rodaje casi se convierte en una tragedia varias veces por culpa de descuidos de producción que hoy parecen impensables. Eli Wallach, que daba vida a Tuco, estuvo literalmente en peligro de muerte hasta en 3 ocasiones.

- En la famosa escena del tren, cuando su personaje está atado a la vía y debe librarse en el último instante, nadie le advirtió de que el convoy llevaba un escalón metálico lateral que pasaba a escasos centímetros de su cabeza. Si Wallach se hubiera incorporado un segundo antes, el accidente habría sido fatal.
- El segundo gran susto llegó durante la secuencia de la horca. La cuerda preparada para simular el ahorcamiento estaba demasiado tensa y mal colocada, y el actor estuvo a punto de ser estrangulado de verdad mientras rodaban la escena.
- Y por si fuera poco, en un descanso del rodaje Wallach bebió por error de una botella que contenía ácido para limpiar que alguien había dejado olvidada en el set. Se dio cuenta a tiempo y lo escupió, pero el incidente casi le cuesta la vida.
La ruptura entre Clint Eastwood y Sergio Leone
Eastwood, que cobraba apenas 250.000 dólares, poco para el éxito que tuvo, se enfadó con Leone porque película tras película veía como sus personajes iban perdiendo protagonismo en favor de secundarios y villanos jugosos, pero en esta, la sombra de Eli Wallach colmó el vaso.
El rodaje en España tampoco ayudó: mucho calor, mucho polvo y poca paciencia. El enfado de los dos cristalizó en un divorcio definitivo: esta fue su última colaboración. Leone intentó recuperarlo para Once upon a time en América, pero Eastwood le dio calabazas. El papel se lo quedó Charles Bronson, que aceptaba mejor las condiciones extremas y no tenía problemas con ser “segundo plato”.
Así dio su carrera por finalizada en Italia y volvió a Estados Unidos convertido en una estrella, no tardó en explotar en otros Westerns y thrillers de acción que buscaban hombres rudos para mantener el orden al filo de la ley.
Otras curiosidades

Doble voladura del puente
El ejército español no solo ayudó a construir el cementerio, en la escena de la batalla en el puente del río Arlanza participaron cientos de soldados reales como extras y ayudaron en la construcción del puente.
Cuando se hizo la grabación debió quedar espectacular, pero el equipo descubrió que las cámaras no habían rodado correctamente y tuvieron que repetirlo. El ejército, paciente, reconstruyó el puente entero para repetir la toma.
Diferentes montajes y versiones
La película tiene diferentes versiones, entre la original italiana y la posterior que se hizo para Estados Unidos, se podían ver algunos cortes demasiado abruptos que incluso seccionaron la música entre escenas.
- La versión italiana (179 min) es más larga y orgánica.
- La internacional/EE. UU. (161 min) tuvo que recortar muchas transiciones lo que la hizo perder algo de continuidad.
Enlaces de interés
- La asociación cultural de Sad Hill tiene una web donde explican todo su trabajo. Web oficial
- Alejandro G. Calvo, crítico español hace una disección en uno de los célebres programas Tarde de perros: Ver en YouTube
Legado y por qué la recordamos

Hay un Western antes y después de El bueno, el feo y el malo, él éxito que tuvo la película permitió reinventar un mito americano y exportarlo de vuelta a Hollywood convirtiendo un subgénero como el spaghetti en un fenómeno internacional.
En Estados Unidos, cineastas como Sam Peckinpah (Grupo Salvaje – 1969) reconocieron la influencia de Leone en la forma de filmar la violencia, y décadas después, de Quentin Tarantino es conocido su fervor y amor a Leone, del cual ha dicho que sin él no existiría su cine: desde Kill Bill, Los odiosos ocho, y hasta Érase una vez en… Hollywood, sus homenajes al spaghetti western son constantes.
La estética del oeste polvoriento y decadente sustituyeron a los atardeceres sobre llanuras perfectas y héroes impolutos. Películas como Sin perdón (1992) del propio Eastwood, No es país para viejos (2007) de los Coen e incluso Zemeckis imaginó su lejano Oeste para Regreso al Futuro III (1990), con la estética de Leone, plagada de referencias a la filmografía del director, y con Michael J. Fox emulando la pose e indumentaria de Rubio con poncho incluido. Hoy, la influencia sigue viva en la memoria colectiva como sinónimo del oeste, El bueno, el feo y el malo no solo marcó el final de la “Trilogía del dólar”: marcó el canon del western moderno hasta hoy.
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