¿Qué pasaría si la destrucción total del planeta comenzara con un general paranoico y una loca teoría de fluor en el agua por culpa de los comunistas? ¿Y si los mecanismos de seguridad que debían protegernos del desastre fueran tan frágiles que bastara un malentendido para acabar con todo?
Dr. Strangelove, en Latinoamérica Dr. Insólito o cómo aprendí a no preocuparme y amar la bomba o como se tituló en España ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, es la comedia más negra jamás rodada sobre la guerra nuclear. Stanley Kubrick decidió que si el mundo iba a explotar… mejor reírse primero. En lugar de la solemnidad de los dramas de la Guerra Fría, el director optó por la sátira, el absurdo y un Peter Sellers desdoblado en tres papeles inolvidables.
El resultado: una bomba de humor corrosivo, irreverente y con uno de los finales más poéticos y aterradores del cine. Repasamos una película que sembró un lenguaje que ha sido innumerables veces copiado y homenajeado.
Ficha técnica de ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú

Datos | Información |
---|---|
Título original | Dr. Strangelove, or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb |
Título en latinoamérica | Dr. Insólito o cómo aprendí a no preocuparme y amar la bomba |
Género | Comedia, sátira política |
Director | Stanley Kubrick |
Actores principales | Peter Sellers, George C. Scott, Sterling Hayden |
Compositor | Laurie Johnson |
Guión | Stanley Kubrick, Terry Southern, Peter George |
Año de estreno (EE.UU.) | 29 de enero de 1964 |
Año de estreno (España) | 21 de septiembre de 1970 |
Estudios / productora | Columbia Pictures / Hawk Films |
Duración | 95 minutos |
Presupuesto | 1,8 millones de dólares |
Recaudación mundial estimada | Más de 9 millones de dólares |
Datos de producción
La génesis de ¿Teléfono rojo? Dr. Strangelove fue cualquier cosa menos cómica, Stanley Kubrick había comprado los derechos de la novela Red Alert de Peter George, con la intención de rodar un thriller serio sobre un ataque nuclear accidental. Pero cuanto más se adentraba en la lógica de la destrucción mutua asegurada, más ridículo le parecía todo. Así nació la idea de convertir el horror en sátira.
Kubrick llamó al guionista Terry Southern, conocido por su humor provocador, y reescribieron el guion como comedia. El propio Peter George, autor de la novela, se unió al proyecto para aportar rigor… aunque acabó firmando también un guion que hacía explotar, pero de risa, las bases de la guerra nuclear.
Elección del reparto

Columbia accedió a financiar la película pero para ello puso una condición, Peter Sellers debía interpretar al menos cuatro papeles, convencida de que el éxito europeo de Lolita se debía a su camaleónica actuación. Sin embargo terminó haciendo sólo tres: el presidente Merkin Muffley, el capitán Lionel Mandrake y, por supuesto, el doctor Strangelove, un científico con brazo nazi y acento indescifrable que se robó la película.
Sellers empezó los ensayos del piloto texano, pero se torció un tobillo en el estrecho decorado del B-52 y finalmente este papel fue para Slim Pickens, un cowboy de rodeo, que hizo del Mayor Kong, sin saber que estaba protagonizando una sátira, pensaba que estaba haciendo una película seria, y hasta el estreno, no se enteró.

En cuanto a George C. Scott, Kubrick quedó fascinado por su magnetismo en The Hustler y lo fichó para dar vida al belicista general Buck Turgidson. El director le pidió que llevara al personaje al límite de la exageración, algo que el propio Scott aceptó con ciertas dudas. El resultado fue una interpretación cómica y desbordante, tan memorable como inesperada en la filmografía del actor.

Cerramos el reparto con un jovencísimo James Earl Jones, debutante en cine como el teniente Zogg; en aquel momento era un actor casi desconocido, procedente del teatro neoyorquino, pero su voz grave llamó la atención del director, y años después de todo el mundo, cuando se convertiría en un icono cultural como la voz del Darth Vader original en Star Wars y la de Mufasa en El Rey León.
¿Dónde se rodó Teléfono rojo: volamos hacia moscú?
El rodaje principal de ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1964) se realizó íntegramente en el Reino Unido, aunque la historia está ambientada en Estados Unidos y la Unión Soviética. Kubrick se trasladó allí en los 60 y no volvió a rodar en Hollywood.
Principales localizaciones y estudios:
- Shepperton Studios (Surrey, Inglaterra):

Aquí se construyó la legendaria Sala de Guerra diseñada por Ken Adam, uno de los decorados más icónicos de la historia del cine.
Fue construida por 150 operarios con un techo triangular inclinado, se hizo con mil bombillas y una mesa circular de 22 pies bajo un anillo de luz suspendido, un diseño que fue idea de Kubrick para que los rostros de los actores se vieran como en una partida de póker.
En los estudios también se rodaron las secuencias del despacho del general Ripper y de la base aérea.
- Banff National Park, en Alberta (Canadá):
- Empleada para planos del bombardero B-52 y elementos exteriores relacionados con la aviación.
- Empleada para planos del bombardero B-52 y elementos exteriores relacionados con la aviación.
- Maquetas y efectos especiales:
- La secuencia del B-52 volando se rodó con miniaturas y proyecciones en estudio. Kubrick y su equipo crearon una reproducción minuciosa del interior del bombardero, basada en fuentes abiertas y conjeturas (la USAF se negó a facilitar planos reales).

El rodaje arrancó oficialmente el 29 de enero de 1963, el plan original contemplaba terminar la fotografía principal el 26 de abril, pero Kubrick necesitó “un mes más”, durante los meses siguientes completaron el montaje y se llegó a anunciar un première londinense para el 12 de diciembre de 1963, pero el asesinato del presidente Kennedy (22-XI-1963) hizo que el estudio optara por retrasarlo el 29 de enero de 1964 en Nueva York, Londres y Toronto.
Sinopsis: Argumento sin spoilers
Un general estadounidense, convencido de que los comunistas están contaminando el agua con flúor, lanza un ataque nuclear no autorizado sobre la Unión Soviética. Mientras tanto, en la Sala de Guerra, el presidente de EE.UU., sus asesores, un general pro-belicista y el curioso doctor Strangelove, intentan evitar el apocalipsis.
Lo que sigue es un desfile de decisiones absurdas, paranoias conspiranoicas y un sin fin de diálogos afilados que convierten el horror nuclear en una comedia de enredos con consecuencias letales.
Crítica y análisis
Kubrick logra lo impensable: reírse del fin del mundo. Dr. Strangelove no es solo una sátira; es una clase magistral de cómo el absurdo puede ser la única forma honesta de retratar la lógica de la destrucción mutua en una guerra nuclear.
Visualmente, la película es sobria y a la vez magistral, y aunque algunas de las escenas de los vuelos del bombardero, cuidadosamente rodadas en su día, hoy puede notarse desfasadas, todo el arco argumental y las dinámicas de personajes funcionan igual de bien que el primer día.

La decisión de grabar en blanco y negro no solo le da un aire documental, sino que refuerza la sensación de estar entre lo incomodamente realista y la alegoría pura. La fotografía de Gilbert Taylor (el mismo de Star Wars) crea sombras expresionistas y composiciones milimétricas que convierten cada plano en una viñeta del desastre.
El guion es un prodigio de doble sentido, ironía y diálogos memorables. Cada personaje representa una forma de locura institucional: el militar agresivo, el político tibio, el burócrata cínico, el científico deshumanizado. Y cada línea, es una bala en el corazón de la lógica militar.
Peter Sellers está sublime, especialmente como el doctor Strangelove, un personaje que le venía como anillo al dedo, y con momentos memorables como la explicación de la regeneración de la raza humana en un búnker. Su mezcla de parodia, horror y risa nerviosa es una de las cumbres de la interpretación cómica del siglo XX.
George C. Scott, merece también su reconocimiento, ofrece una actuación inolvidable como el general Turgidson, un halcón de guerra que parece disfrutar demasiado del apocalipsis y la oportunidad de lanzarse a la guerra, hay que agradecerle a Kubrick haberle exprimido hasta conseguir el tono perfecto.

¿Y qué decir de la escena más célebre? Ese piloto, Slim Pickens, cabalgando la bomba como si fuera un toro de rodeo es pura épica del absurdo: el cowboy convertido en héroe americano… celebrando, sin saberlo, la destrucción del planeta al grito de “¡Yee-haa!”. Una imagen que resume todo lo que el director quería contarnos en 90 segundos de humor negro perfecto.
Recepción crítica en su época
El estreno de Dr. Strangelove fue un terremoto. En plena Guerra Fría, no era habitual reírse del armagedón nuclear. Sin embargo, la crítica aplaudió con entusiasmo. El New York Times la calificó de “obra maestra de humor negro”, mientras que The New Yorker habló de ella como “la película más importante de la década”.
Ganó el BAFTA a Mejor Película y Mejor Director, y fue nominada a cuatro Oscar: Mejor Película, Director, Actor (Peter Sellers) y Guión Adaptado. No ganó ninguno, a pesar de que algunos lo consideran uno de los grandes atropellos de la academia, pero eso también reforzó su estatus de obra contracultural.
Recepción del público y taquilla
La película costó 1,8 millones de dólares y recaudó más de 9 millones solo en EE.UU., un éxito rotundo para una sátira con un título kilométrico.
En EE.UU permaneció en salas comerciales durante más de seis meses, con reposiciones posteriores en cines de segunda ola, algo que era habitual en la época. Y en ciudades como Nueva York y Los Ángeles aguantó en cartelera entre 18 y 24 semanas, impulsada por las nominaciones al Oscar y el boca-oreja.

Más allá de la taquilla, Dr. Strangelove se convirtió en una película de culto instantánea. Su influencia se extendió por generaciones de cineastas como los hermanos Coen, humoristas como los Monty Python o en sketches del Saturday Night Live. Tras su estreno, la gente la citaba, la debatía y, a veces, la temía.
Curiosidades
Estreno tardío y censura la España franquista

La película se estrenó en Estados Unidos en 1964, pero en España no llegó hasta 1970, en pleno franquismo tardío.
Durante esos seis años, la censura franquista bloqueó su exhibición por dos motivos principales:
- Contenido político: la sátira nuclear se consideraba demasiado crítica con el poder militar y, aunque apuntaba a EE.UU. y la URSS, podía interpretarse como un ataque al orden establecido.
- Tono irreverente: el humor negro y las referencias sexuales (como el propio personaje del doctor Strangelove y su brazo nazi) no encajaban en la moral del régimen.
- El título original, Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, se cambió en España por ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, buscando un tono más ligero y menos polémico.
El doblaje suavizó algunas expresiones y eliminó matices sexuales o comentarios demasiado críticos, por ejemplo el diálogo sobre el “refugio subterráneo con diez mujeres por cada hombre” perdió parte de su carga sexual.
A pesar de la censura, la película conservó su tono satírico y se convirtió en una rareza en la cartelera española de 1970.
La pelea de tartas: el final que nunca vimos
En el guion inicial, el clímax no terminaba con la canción We’ll Meet Again y las explosiones nucleares. Kubrick había planeado una pelea de tartas en la Sala de Guerra. Esta secuencia iba a ser como “la última degradación de la dignidad humana antes del fin del mundo”.

Sin embargo, al montar la película, Kubrick sintió que el gag convertía el apocalipsis en una broma “demasiado payasa”, además, en la pelea, un personaje grita “¡El presidente ha sido herido!” tras recibir una tarta en la cara, y tras el asesinato de Kennedy poco antes, la frase adquirió una connotación incómoda.
Aunque se conservan fotos del elenco representando la escena, el metraje entero se perdió. Columbia eliminó las tomas no utilizadas y nunca se incluyó en ningún corte posterior.
Otras curiosidades

La frase “No se puede pelear en la Sala de Guerra” es una de las más icónicas del cine. Irónicamente absurda… y tristemente realista.
- El personaje de Strangelove está inspirado en parte en el científico nazi Wernher von Braun y en Edward Teller, el padre de la bomba de hidrógeno.
- El brazo incontrolable de Strangelove (que hace el saludo nazi) fue idea de Sellers, improvisada durante el rodaje. Kubrick la encontró “repugnante… y perfecto”.
- El título completo: Dr. Strangelove, o como decidí no preocuparme y amar la bomba, se decidió como parodia de las novelas bélicas y pulp de la época, que siempre incluían subtítulos interminables.
Premios y nominaciones
Organismo (año) | Categoría | Resultado |
---|---|---|
Oscar (1965) | Mejor Película | Nominado |
Oscar (1965) | Mejor Director | Nominado |
Oscar (1965) | Mejor Actor (Peter Sellers) | Nominado |
Oscar (1965) | Mejor Guion Adaptado | Nominado |
BAFTA (1965) | Mejor Película | Ganador |
BAFTA (1965) | Mejor Director | Ganador |
BAFTA (1965) | Mejor Actor Británico (Peter Sellers) | Ganador |
Círculo de Críticos de Nueva York | Mejor Director | Ganador |
National Board of Review | Top 10 Películas del Año | Incluida |

Por qué la recordamos
Dr. Strangelove es probablemente la mejor película de su año, y una advertencia disfrazada de chiste. Su legado está en cada sátira política que se ha hecho después, La cortina de humo, In the Loop, o la más reciente No mires arriba, con Jennifer Lawrence y Leonardo DiCaprio.
Marcó la evolución del cine de Kubrick: del género puro al experimento narrativo y estilístico, y abrió la puerta a la comedia como arma crítica confirmando que, en el fondo, el poder militar es tan ridículo como peligroso.
Teléfono rojo ha sido incluida en múltiples listas de las mejores películas de la historia (Sight & Sound, AFI, Empire) y hoy en día todavía es reivindicada por muchos cinéfilos como una de las cumbres de su director, y por supuesto del gran Peter Sellers.
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