¿Quién fue Anthony Perkins?
| Datos | Información |
|---|---|
| Nombre artístico | Anthony Perkins |
| Nacimiento | 4 de abril de 1932 |
| Lugar de nacimiento | Nueva York (EE. UU.) |
| Fallecimiento | 12 de septiembre de 1992 (60 años) |
| Lugar de fallecimiento | Los Ángeles, California |
| Altura | 1,88 m |
| Nacionalidad | Estados Unidos |
| Profesiones | Actor, director, cantante |
| Años activo | 1953 – 1992 |
| Formación actoral | Rollins College (Florida) y Columbia University (Nueva York) |
Biografía Extensa


Anthony Perkins nació el 4 de abril de 1932 en Nueva York, en el seno de una familia ya ligada al mundo de la interpretación. Su padre era Osgood Perkins, un reputado actor de teatro que triunfaba en los escenarios de Broadway, aunque también participó en algunas películas del Hollywood temprano, como Scarface (1932). De él heredó la vocación… y un apellido que con los años el mismo se encargaría de darle peso en el cine.

Su madre, Janet Esselstyn Rane, era una mujer culta, intensa y —según quienes la conocieron— dominante y posesiva. La relación entre madre e hijo fue estrechísima, hasta el punto de que, tras la muerte prematura de su padre, cuando Anthony tenía solo cinco años, esa unión emocional se volvió tan simbiótica como sofocante. Simbólicamente tan controladora como la que ejercía Norma Bastes sobre su hijo.
“Desde que murió mi padre, tuvo ella que preocuparse de todo. Yo era muy pequeño… debió de ser un gran esfuerzo”
Recordaría él años después, con mezcla de afecto y culpabilidad.
Estudió en el Rollins College de Florida y más tarde en la Columbia University de Nueva York, aunque no completó su formación universitaria, desde pequeño sintió una atracción por el escenario que iba más allá de la admiración. Quería ser como su padre, pero también escapar de la sombra de su pérdida y en el teatro encontró una forma de ser otro. A los 21 años ya estaba fichado por la Metro-Goldwyn-Mayer.
Carrera como actor: Mucho más que Norman Bates
Su debut cinematográfico fue en La actriz (The Actress, 1953), junto a Spencer Tracy y Jean Simmons. Pero el estreno no fue un momento feliz, años más tarde, lo recordaría con autocrítica en una entrevista para Televisión Española:
“Después de ver La actriz, no me gusté demasiado. Y pensé que tenía que aprender más como actor antes de intentar hacer una carrera en el cine”.
Ese deseo de mejora lo llevó de vuelta a Nueva York, donde se curtió en los escenarios.

Su primer éxito de verdad llegó en 1956, cuando interpretó al hijo de Gary Cooper en La gran prueba (La gran tentación), un joven cuáquero que se debate entre la fe pacifista de su familia y su deseo de luchar por el norte en la guerra civil americana. Por ese papel ganó el Globo de Oro a mejor actor revelación y recibió la única nominación al Oscar de su carrera.
Con ese impulso, Hollywood se abrió para él. Durante los siguientes años fue encasillado en papeles románticos o de joven vulnerable, con títulos como Un hombre solitario (Tempestad de odio, 1957), Tiempos de ira (1958), película Italiana junto a Silvana Mangano o El precio del éxito (1959) de Robert Mulligan, director que luego se haría mundialmente conocido por Matar a un ruiseñor (1962).
Sus parejas cinematográficas dejaron duplas curiosas, como la que hizo con en pantalla con Sophia Loren en Deseo bajo los olmos (Desire Under the Elms, 1958), un drama con música de Elmer Bernstein, en el que Loren interpretaba —nada menos— que a su joven madrastra. Y un año más tarde estrenó con Audrey Hepburn, Mansiones verdes (Green Mansions) que fue dirigida por su marido Mel Ferrer en aquel entonces. Perkins repitió ese perfil de muchacho cándido e introspectivo que ya empezaba a pesarle y a la vez odiar.
Todo cambió en 1960 con Psicosis (Psycho), la obra maestra de Alfred Hitchcock. El personaje de Norman Bates —inspirado en el asesino real Ed Gein— estaba en la novela original descrito como un hombre de mediana edad, con sobrepeso, gafas y pinta de que pronto se quedaría calvo, es decir, un aspecto poco agraciado. Pero Hitchcock vio algo distinto en Perkins: una vulnerabilidad peligrosa, y quiso explotar la psicología de presentar un chico joven, agradable, alguien en el que confiarías sin dudar. El actor, consciente de que ese rol era una oportunidad única para romper su imagen, se volcó en el papel.

La película de Hitchcock redefinió el cine de terror y catapultó a Perkins al olimpo de los villanos con un arquetipo totalmente distinto al que se había visto hasta entonces. Su interpretación de Norman, tenía una mezcla de inocencia y locura que no anticipaba la violencia que le poseía, cogió perfectamente las necesidades del personaje, y a pesar de que posteriormente ha construcción ha sido imitada sigue siendo hoy insuperable.
Pero ese éxito tuvo un precio, Hollywood comenzó a verlo solo como «el chico de Psicosis«, y eso le dificultó acceder a papeles más diversos. Quizá sin ese límite, hubiera tenido más arcos diferentes, y más papeles protagonistas, pero la mirada del público no podía olvidar las pesadillas que su personaje de Norman había creado.
Una carrera entre Europa, Norman y los laberintos de sí mismo
Aun así, después del huracán que supuso Psycho, Perkins siguió trabajando con regularidad a lo largo de los años 60 y 70, tanto en Estados Unidos como en Europa, y aunque nunca volvió a alcanzar un impacto tan potente como el que le brindó Norman Bates, lo cierto es que su carrera no se detuvo.
En 1961 ganó el premio al mejor actor en el Festival de Cannes por su papel en No me digas adiós (Goodbye Again), dirigida por Anatole Litvak y coprotagonizada por Ingrid Bergman y Yves Montand. Fue uno de los pocos reconocimientos importantes que recibió en su carrera.
Y al año siguiente, consiguió uno de sus papeles más ambiciosos de la mano de Orson Welles, quien lo eligió para interpretar a Joseph K. en El proceso (The Trial, 1962), su personalísima adaptación de la novela de Franz Kafka. Perkins, siempre cómodo en personajes angustiados y ambiguos, encajó perfectamente en el tono de la película. Su monólogo inicial —ese en el que se queja de que lo despierten a las seis de la mañana para molestarle— se convirtió en uno de los momentos icónicos de la cinta:
“¿No acabó usted de vestirse? – Responde – No sé por qué he de cambiar mis costumbres, ni por qué tengo que vestirme a las seis y cuarto de la mañana ni el pretexto por el que ha venido usted a molestarme”.

Aquel fue inicio de una etapa en la que trabajó sobre todo en producciones francesas como Dos son culpables (1963), Un adorable idiota (1964), con Brigitte Bardot, o ¿Arde París? (1966) antes de volver a Estados Unidos para participar en la inquietante Un maravilloso veneno (Pretty Poison, 1968). Un thriller sobre un joven que está prisionero en una institución mental y sale en libertad condicional. En un intento de rehacer su vida conoce a Sue Ann, una estudiante adolescente con quien entabla un juego de espías que ambos llevan demasiado lejos.

Pretty Poison fue una película que no funcionó bien en taquilla en su momento, pero hoy día ha adquirido con las revisiones de críticos de prestigio como Pauline Kael, un aura cult-movie que la ha elevado al estatus de clásico incomprendido. No en vano la película fue ganadora al mejor guion (Lorenzo Semple Jr.) en el Círculo de críticos de Nueva York.
A partir de los años 70, Perkins fue espaciando sus apariciones en cine, compaginando teatro y televisión con papeles más breves, aunque no por ello irrelevantes. En El juez de la horca (The Life and Times of Judge Roy Bean, 1972), de John Huston, volvió a ese registro contenido y desconcertante que tan bien dominaba, la película estaba protagonizada por Paul Newman, con quien ya había trabajado dos años antes en Un hombre de hoy (WUSA).

Y después participó en Asesinato en el Orient Express (Murder on the Orient Express, 1974), donde Hércules Poirot era Albert Finney, y él interpretó un papel secundario como al secretario de Ratchett.
El regreso de Norman… y el lado oscuro de la fe

En 1983, Norman Bates volvió a llamar a su puerta. Psicosis II (Psycho II) era una secuela inesperada, pero funcionó comercialmente. Perkins repitió en Psicosis III (Psycho III, 1986), que además dirigió él mismo, y cerró el ciclo con Psicosis IV: El comienzo (Psycho IV: The Beginning, 1990), una precuela televisiva.
Entre esas secuelas, sorprendió con uno de sus papeles más arriesgados: el reverendo Peter Shayne en La pasión de China Blue (Crimes of Passion, 1984), una película dirigida por Ken Russell y protagonizada por Kathleen Turner. Su interpretación de un fanático religioso sexualmente reprimido fue tan incómoda como magnética, la crítica reconoció su empeño.
En 1991, Anthony Perkins viajó a España para rodar la peculiar comedia Los gusanos no llevan bufanda, de Javier Elorrieta, una rareza prácticamente desconocida fuera del país. Ese mismo año, recibió en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián el Premio Donostia a toda su carrera. Fue su última gran ovación en vida.
Vida Personal

A lo largo de su vida, Anthony Perkins vivió atormentado por su identidad sexual. Los rumores sobre su homosexualidad circularon durante décadas, aunque él nunca la reconoció públicamente, si es conocido que tuvo relaciones con otros hombres, y que incluso se sometió a las temidas terapias de conversión como te contamos en las curiosidades.
En 1973, sorprendió al casarse con Berry Berenson, fotógrafa, actriz ocasional y hermana de una modelo de éxito de la época, Marisa Berenson. Con Berry tuvo dos hijos: Oz Perkins, hoy también actor y director, y Elvis Perkins, músico.
El matrimonio fue visto por muchos como un intento de acallar rumores, aunque lo cierto es que aportó varios periodos de paz interior en su agitada biografía. Eso no evitó de todas que durante todos los años que estuvieron casados, los rumores sobre infidelidades con hombres dejaran de aparecer.
El 12 de septiembre de 1992, Anthony Perkins fallecía a los 60 años en Los Ángeles, víctima del sida. Su muerte fue un golpe para el Hollywood más sensible y melancólico y con ella se cerraba una carrera con más de 50 películas y series de televisión, pero sobre todo, la historia de un actor que encarnó como pocos la angustia, la represión y la fragilidad humana.
Películas de Anhony Perkins
| Título en español | Título original | Año de estreno |
|---|---|---|
| La actriz | The Actress | 1953 |
| La gran prueba (La gran tentación) | Friendly Persuasion | 1956 |
| Cazador de forajidos | The Tin Star | 1957 |
| Un hombre solitario (Tempestad de odio) | The Lonely Man | 1957 |
| El precio del éxito (Venciendo al miedo) | Fear Strikes Out | 1957 |
| Tiempos de ira | La diga sul Pacifico | This Angry Age | 1958 |
| La casamentera | The Matchmaker | 1958 |
| Deseo bajo los olmos | Desire Under the Elms | 1958 |
| La hora final | On the Beach | 1959 |
| Mansiones verdes | Green Mansions | 1959 |
| Psicosis | Psycho | 1960 |
| Me casare contigo (Juego de amor) | Tall Story | 1960 |
| No me digas adiós | Goodbye Again | 1961 |
| El proceso | The Trial | 1962 |
| Un abismo entre los dos | Le couteau dans la plaie | 1962 |
| Fedra | Phaedra | 1962 |
| Dos son culpables | Le glaive et la balance | 1963 |
| Un adorable idiota | Une Ravissante Idiote | 1964 |
| El asesino de tontos | The Fool Killer | 1965 |
| ¿Arde París? | Paris brûle-t-il? | 1966 |
| Champaña para un asesino | Le Escandale | 1967 |
| Un maravilloso veneno | Pretty Poison | 1968 |
| El hombre de hoy | WUSA | 1970 |
| Trampa 22 | Catch-22 | 1970 |
| La década prodigiosa | La décade prodigieuse | 1971 |
| Alguien detrás de la puerta | Quelqu’un derrière la porte | 1971 |
| El juez de la horca | The Life and Times of Judge Roy Bean | 1972 |
| El fin de Sheila | The Last of Sheila | 1973 |
| Asesinato en el Orient Express | Murder on the Orient Express | 1974 |
| Mahogany, piel caoba | Mahoganyaka | 1975 |
| Recureda mi nombre | Remember My Name | 1978 |
| El abismo negro | The Black Hole | 1979 |
| Muertes de invierno | Winters Kills | 1979 |
| Rescate en el mar del Norte | North Sea Hijackaka | 1980 |
| Psicosis II | Psycho II | 1983 |
| La pasión de China Blue | Crimes of Passion | 1984 |
| Psicosis III | Psycho III | 1986 |
| Un tipo con suerte (Director) | Lucky Stiff | 1988 |
| Al borde de la locura | Edge of Sanity | 1989 |
| Psicosis IV: El comienzo (Televisión) | Psycho IV: The Beginning | 1990 |
| Los gusanos no llevan bufanda | Los gusanos no llevan bufanda | 1991 |
Premios y nominaciones
| Organismo y Año | Película | Resultado |
|---|---|---|
| Oscar (1957) | La gran prueba | Nominado – Mejor Actor de Reparto |
| Globo de Oro (1957) | La gran prueba | Ganador – Actor Revelación |
| Festival de Cannes (1961) | No me digas adiós | Ganador – Mejor Actor |
| David di Donatello (1961) | No me digas adiós | Ganador – Mejor Actor Extranjero |
| National Society of Film Critics (1970) | Catch-22 | Nominado – Mejor Actor de Reparto |
| Saturn Awards (1987) | Psycho III | Nominado – Mejor Actor |
| Saturn Awards (1987) | Psycho III | Nominado – Mejor Película |
Premios honoríficos
| Nombre del premio | Festival / Entidad | Año |
|---|---|---|
| Premio Donostia | Festival Internacional de Cine de San Sebastián | 1991 |
| Estrella en el Paseo de la Fama (Cine) | Hollywood Walk of Fame | 1960 |
Curiosidades
Audición para Elia Kazan
A finales del 53, antes de que nadie le conociera, Elia Kazan estaba buscando al protagonista de Al este del Edén (1955). Perkins hizo la prueba, pero no fue elegido: el papel acabó en manos de un tal James Dean. Sin embargo, el director quedó tan impresionado con su talento que lo fichó para el teatro. Así llegó su gran oportunidad en Broadway con Té y simpatía (1954), una obra sobre un joven introvertido e incomprendido que fue un éxito y su nombre ya empezó a circular por los pasillos de los productores, fue la antesala de carrera.
El jersey: cuello perkins
Pocas veces un actor ha conseguido ponerle nombre a una prenda sin proponérselo. En Psicosis, Anthony Perkins vestía un jersey que no era ni de cuello caja ni de cisne: era una cosa intermedia, ajustada, un poco austera, pero un poco rara, como Norman. El caso es que aquel look se puso de moda y acabó siendo bautizado en el mundillo de la moda como «cuello Perkins». Desde entonces, si ves un jersey con ese estilo sobrio, ya sabes a quién se lo debes.
11 de septiembre de 2001
Berry Berenson, la que fue su mujer, embarcó en el vuelo 11 de American Airlines, que despegó del aeropuerto Logan de Boston con destino a Los Ángeles. A bordo viajaban 92 personas. Ninguna sobreviviría. Ese avión fue el primero que se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center en los atentados que cambiaron el siglo. Entre los nombres de las víctimas, emergió el suyo: Berry Perkins, como figuraba oficialmente desde su matrimonio
Ed Gein, Norman Bates y la serie Monstruo (2025)
En 2025, Netflix estrenó Monstruo: la historia de Ed Gein, una serie que ha tenido un impacto enorme por la forma en que mezcla realidad y ficción dentro del universo del terror. En ella, aparece el propio Anthony Perkins (interpretado por Joey Pollari) y también Alfred Hitchcock, como si las vidas del asesino real y del equipo de Psicosis se cruzaran en un mismo tablero.
Sin embargo, hay que aclarar el mito de la realidad. Aunque en la serie parezca los mundos están interconectados, Perkins no estudió el caso Gein para construir a Norman Bates, nunca se ha documentado nada parecido. No existen registros, entrevistas ni testimonios que indiquen que el actor se basara en los crímenes reales para dar forma a su personaje.
El verdadero punto de unión está en el escritor Robert Bloch, autor de la novela original Psycho de 1959. Bloch si vivía a pocos kilómetros de Plainfield, el pueblo donde Ed Gein cometió sus asesinatos, y se inspiró en el ambiente y en algunos detalles del caso —la soledad, la represión, la relación enfermiza con la madre— para construir la historia. Pero Norman Bates no era Ed Gein, ni en su edad, ni en su aspecto, ni en sus motivaciones psicológicas.
La terapia de conversión

Este es sin duda uno de los capítulos más delicados de la vida de Perkins. En los años 50, ser gay en Hollywood significaba el fin de una carrera, especialmente si trabajabas para estudios que sobreprotegían la imagen de sus estrellas. Durante esos años, tuvo relaciones con varios hombres dentro del mundo del espectáculo, pero la más estable y conocida fue con el actor rubio Tab Hunter. Además de él, a muchos otros en la industria también les afectó su vida sexual, como a Rock Hudson o Montgomery Clift.
En ese contexto, y empujado por su entorno y conflictos internos comenzó a acudir a terapia con la psicóloga Mildred Newman en Nueva York, que era muy conocida en círculos de estrellas porque ofrecía algo que hoy resulta terrible, una “terapia de conversión” para “curar” la homosexualidad. El proceso incluyó sesiones de electroshock, que le dejaron secuelas como pérdida de memoria.
Tras la muerte de Newman en 2001, surgieron numerosas denuncias por mala praxis y abusos, y hoy, las llamadas terapias de conversión están prohibidas o condenadas en gran parte del mundo, por que todavía, en parte de África, Asia y América Latina aún se practican tristemente bajo excusas religiosas o políticas.
Enlaces de interés
- Entrevista en RTVE: Ver en YouTube
- Estrella del paseo de la fama: Walkoffame.com
Por qué recordaremos a Anthony Perkins
Nosotros le recordaremos por haber tenido una carrera que abarcó más de cinco décadas, con títulos clave del Hollywood clásico, incursiones valientes en el cine europeo y una larga estela de papeles que —como él mismo— parecían siempre estar ocultando algo. Pero, por encima de todo, porque fue Norman Bates.
Y es ahí donde radica el misterio. Porque Perkins no solo interpretó a un personaje inolvidable. Lo habló, lo vivió, lo temió… y lo arrastró. Norman le dio fama, pero también lo condenó. Le abrió puertas, pero desgraciadamente también le cerró otras.
Hoy, cuando alguien menciona a Norman Bates, es imposible no recordar esa sonrisa que traspasa el terror psicológico en la última escena de Pshyco, pero antes fue una sonrisa amable, esa voz suave, ese gesto contenido de quien parece inofensivo. Porque si Anthony Perkins nos enseñó algo, es que el verdadero terror no siempre grita. A veces, mira al suelo, tartamudea… y nos ofrece una taza de té.


