¿Quién era Sergio Leone?
Datos | Información |
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Nombre completo | Sergio Leone Ranalli |
Fecha de nacimiento | 3 de enero de 1929 |
Lugar de nacimiento | Roma, Italia |
Fecha de fallecimiento | 30 de abril de 1989 |
Profesión | Director, guionista, productor |
País | Italia |
Formación | Estudios iniciales de Derecho (no finalizados), formación práctica en rodajes de cine |
Cónyuge | Carla Leone (1960 – 1989) |
Años activo | 1948 – 1989 |
Biografía de Sergio Leone


Sergio Leone nació el 3 de enero de 1929 en Roma, en el seno de una familia con aura cinéfila. Su padre, Vincenzo Leone, fue uno de los pioneros del cine italiano, conocido bajo el nombre artístico de Roberto Roberti. Su madre, Edvige Valcarenghi, también actriz del cine mudo, y cuyo nombre artístico era Bice Waleran.
Así que no es exagerado decir que Leone nació prácticamente entre focos y cámaras, pero la familia no atravesó años fáciles. El padre sufrió la censura durante la dictadura fascista de Mussolini, lo que redujo drásticamente sus oportunidades de trabajo y dejó a la familia en una situación económica complicada.
En el colegio coincidió con otro niño que marcó toda su filmografía: Ennio Morricone. Ambos se conocieron en primaria y, aunque sus caminos se separaron durante la juventud, la vida los reuniría para firmar una de las asociaciones más míticas del cine.

Leone estudio de derecho en la universidad, pero la toga nunca le interesó y no tardó muchos en arrimarse al oficio familiar, el celuloide estaba llamado a ser su templo, y no tardó en empezar desde abajo. En los años 40 empezó como ayudante de dirección en producciones italianas del neorrealismo, llegando a colaborar con Vittorio de Sica en Ladrón de bicicletas (1948), en la que tuvo un pequeño papel como seminarista. (En la imagen a la derecha del protagonista Lamberto Maggiorani)
Tras la Segunda Guerra Mundial, Italia reconstruyó parte de su industria cinematográfica, Cinecittà ganó prestigio por todo el mundo y se convirtió en un punto clave para las producciones estadounidenses de gran escala que querían ahorrar costes. Esto dio una gran oportunidad a Leone, que ya estaba involucrado con diferentes roles en el trabajo que se hacía en los estudios, por lo que pudo colaborar en superproducciones de Hollywood, fue asistente en títulos colosales como Quo Vadis? (1951), Helena de Troya (1955) del director Robert Wise o Ben-Hur (1959).
Allí absorbió la escala monumental del cine épico y el oficio de coordinar figurantes para grandes escenas, pero antes de sentarse en la silla de director, fue guionista de cine histórico, un género que dominaba las pantallas italianas de los 50. Participó en películas como Bajo el signo de Roma (La carga de los gladiadores, 1959) y Los últimos días de Pompeya (1959).

En esta última, cuando el director Mario Bonnard cayó enfermo en pleno rodaje, Leone asumió la dirección durante buena parte de la película, fue su primera experiencia tras las cámaras, curiosamente esto le pasó de nuevo después de su debut acreditado, porque en Sodoma y Gomorra (1962), tuvo que reemplazar a su idolatrado Robert Aldrich durante varias jornadas.
Carrera como director de cine
Pero su primer largometraje oficial fue en 1961 con El coloso de Rodas, un encargo de estudio que seguía manteniendo la línea de superproducciones históricas que se hacían en Cinecittá. Compaginó guión y dirección, algo que ya repitió para el resto de su carrera, aunque después le ayudarían a escribir siempre otros autores.
Tras estrenarla, Leone buscaba algo que le diferenciara de las legiones de directores italianos de cine de aventuras. Lo encontró mirando al Oeste, aunque decidiera filmarlo en tierras conocidas como Almería.
La Trilogía del Dólar: del plagio declarado al mito
Así empieza la producción de Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari – 1964), película que hoy se recuerda como el inicio del spaghetti western. La historia, sin embargo, no era del todo original, porque es sabido que se inspiró abiertamente en la película de Akira Kurosawa, Yojimbo (1961), donde un ronin manipulaba a dos bandos rivales en un pueblo perdido.

El parecido era tan evidente que Kurosawa y su productora Toho escribieron al director con una demanda, al final hubo acuerdo extrajudicial y los japoneses se quedaron con los derechos de distribución en Asia y un porcentaje de los beneficios. Kurosawa bromeaba diciendo que Por un puñado de dólares le había dado más dinero que su propia película.
Problemas legales aparte, Leone había encontrado su voz, reemplazó la épica moral del western por ambigüedad moral, Tomó el ritmo contemplativo japonés y lo convirtió en tensión operística, usó el choque entre planos abiertos y primeros planos como lenguaje narrativo y lo mezcló con la música de Morricone.
Para dar rostro a su nuevo estilo buscó estrellas consagradas de Hollywood como Charles Bronson y Henry Fonda, pero ninguno de los dos quería rebajarse a ir a rodar a Europa todavía, y así encontró a un actor televisivo casi desconocido, Clint Eastwood, que por apenas 15.000 dólares se convirtió en “El Hombre sin Nombre”.

Por un puñado de dólares, fue un tremendo éxito en Italia y España, por lo que enseguida pensaron en una segunda aventura, pero sin plagios, esta vez no querían tener que regalar nada, y así nace La muerte tenía un precio (Per qualche dollaro in più, 1965), que en América fué conocida como Por unos dólares más.

Leone afinó la fórmula, añadió más humor negro y un guion más complejo, a Eastwood lo acompañó otro actor secundario estadounidense originario del western, Lee Van Cleef (coronel Mortimer), pero en el universo de director su mirada se convirtió en una seña de identidad del spaghetti western.
La película fue más intimista, más vengativa, y con un duelo final en un escenario ya circular, con Gian Maria Volonté y Cleef, cruzando miradas mientras sonaba un reloj de bolsillo, toda coreografía apoteósica que ayudó a expandir el género. La taquilla respondió con entusiasmo, confirmando que el fenómeno no era casual.


Para la tercera película volvió a trabajar con el guionista Luciano Vincenzoni, que le ayudó a dar más coherencia a toda la historia, y contó con más inversión, lo que les animó a enmarcar la búsqueda de un tesoro en un contexto histórico, la guerra civil americana.
La apuesta en El bueno, el feo y el malo ( Il buono, il brutto, il cattivo, 1966) fue doble, acertaron de pleno. Leone desplegó todo lo aprendido pero aumentó la escala de la historia, trabajó a conciencia tres personajes icónicos, en los que repitieron Eastwood, Van Ceef, y se unió Eli Wallach, el verdadero alma de la película.

United Artists entró como distribuidora internacional y eso permitió a la cinta tener un lanzamiento importante en el mercado anglosajón, el spaghetti ya no era solo un género europeo, sino que traspasó fronteras, y esto fue lo que catapultó definitivamente a Leone y a Clint Eastwood.
La música de Ennio Morricone seguía siendo la banda sonora, y en este caso alcanzó un nivel icónico. El silbido de Alessandro Alessandroni, los coros desgarrados y los aullidos de coyotes crearon un score que vendió millones de copias, el score completo de The good, the bad and the ugly es una obra maestra que se fundió a la perfección con los planos generales, las miradas y los silencios para terminar de redondear un nuevo lenguaje, el estilo Leone.

La película fue un éxito global y convirtió al director en referente absoluto. El western, que parecía condenado a la nostalgia, resucitó con violencia y mucha más fuerza. La crítica inicialmente fue reacia, pero el tiempo le dio la razón.
La consagración con Hasta que llegó su hora
Después del impacto internacional de la Trilogía del Dólar, estaba convencido de que había exprimido el western hasta el límite. No quería repetir fórmula ni convertirse en caricatura de sí mismo, y pensó en adentrarse en adaptar la novela The Hoods de Harry Grey, ex-miembro de la mafia que narra sus inicios en las calles de Nueva York, aquello sería la semilla de lo que años después sería Érase una vez en América.

Sin embargo, los productores y la industria seguían reclamando westerns con su firma, Hollywood estaba dispuesto a abrirle de par en par las puertas, y hubo dos razones decisivas para aceptar su siguiente película: la posibilidad de trabajar con Henry Fonda, su ídolo personal, y la oferta de Paramount de financiar un proyecto mucho más ambicioso que sus películas anteriores.
Así nació Hasta que llegó su hora (C’era una volta il West, 1968), concebida como un réquiem del western: un relato monumental, lleno de ecos del pasado, donde cada plano parecía cargado con el peso de una despedida. Al director ya no le interesaba la aventura ligera, sino firmar el testamento sobre el lejano Oeste.
Por esa razón entre otras, parte del rodaje se hizo en Monument Valley, territorio sagrado del western clásico de John Ford, un claro homenaje a uno de los maestros por quien sentía profunda admiración, y que también quería incluirlo en su particular despedida del género.

Reunió un reparto inolvidable: Claudia Cardinale como la viuda que representa la llegada de la modernidad, Charles Bronson en el papel del misterioso “Harmonica”, Jason Robards un bandido de corazón ambiguo, y un sorprendente Henry Fonda por primera vez interpretando al villano con una frialdad heladora. Leone volvió a apoyarse en la música de Morricone, que compuso temas individuales para cada personaje y volvió a elevar la película una vez más.
El resultado en su estreno fue duramente criticado por ser demasiado larga y lenta, incluso pretenciosa, pero hoy en día es considerada una de las joyas del western crepuscular. Directores como Tarantino, Scorsese, Villeneuve o los Coen la citan como una obra maestra, y si Il buono, il brutto, il cattivo fue la cima popular del spaghetti, C’era una volta il West sería la cima artística.
Últimos disparos: ¡Agáchate, maldito! y el ocaso del western
Leone aún dirigiría un western más: ¡Agáchate, maldito! (Giù la testa, 1971) que en Latinoamérica se llamó Los héroes de Mesa Verde, ambientado en la Revolución Mexicana, que le permitiría contar con otro de sus actores fetiches americanos, James Coburn. Fue una película marcada por tensiones en el rodaje y una recepción crítica ambigua. Leone ya no quería explorar el mundo de los pistoleros y cazarrecompensas y avanza en el tiempo para contar una historia de revoluciones.
Ambientada en 1910 aproximadamente, cuenta la historia de un revolucionario irlandés que se implica en la lucha mexicana, al reparto se unió también la estrella internacional Rod Steiger (Doctor Zhivago). Mezclaba acción, comedia y tragedia, con un tono más desencantado que épico, Leone no quería dirigirla inicialmente, pero aceptó finalmente por insistencia de la productora. Con este arranque el resultado fue ambiguo aunque no de baja calidad, pero el director decidió entonces apartarse. Su principal objetivo era preparar perfectamente su última película.
Érase una vez en América: su obra definitiva
En 1982 regresó a la dirección con su proyecto más ambicioso y personal: Érase una vez en América ( Once Upon a Time in America). Tardó más de 10 años en prepararla, casi 10 meses en rodarla, y la estrenó el 1 de junio de 1984 en Estados Unidos, tres meses más tarde en Italia.

Basada en la novela de Harry Grey, antiguo miembro de la mafia judía de Nueva York, cuenta una historia sobre la amistad, el crimen y el paso del tiempo, otro testamento, pero esta vez sobre el mundo de los gangsters. El rodaje lo llevó por escenarios de Montreal, París y Roma, y como eje central la ciudad de Nueva York, un escenario mil veces filmado y, sin embargo, Leone nos deja una de las postales más bellas de la ciudad en el cine.

El reparto fue de lujo: Robert De Niro, omnipresente en género en esta época como Noodles, James Woods como Max, y secundarios como Elizabeth McGovern, Joe Pesci, Dani Aiello, y una adolescente Jennifer Connelly, en su primer papel en la gran pantalla.
Morricone volvió a estar a los mandos de la música, y si ya era conocido en Hollywood, esta película le puso en la órbita de los compositores más importantes del momento. Con su melancólica partitura y temas como “Deborah’s theme” ayudó a catapultar la película de Leone.
El estreno en Estados Unidos fue un desastre: los productores recortaron la película a menos de dos horas y media, destrozando su estructura por eliminar los flashbacks y ordenarla cronológicamente. Pero en Europa, donde se proyectó la versión íntegra, fue recibida como una obra maestra. Con el tiempo, la crítica internacional ha reconocido a Érase una vez en América como una de las películas más importantes del siglo XX y el broche de oro a la carrera de Leone.
La prestigiosa lista de la revista Sight and Sound, que publica British Film Institute, incluye tres películas de Leone en su última recopilación de 2022 con las mejores películas de la historia. Entre ellas The Good, the Bad and the Ugly (puesto 169), Once upon a time in America (puesto 157) y Once upon a time in the west (puesto 95).
Vida Personal
Sergio Leone se casó con la bailarina de teatro Carla Ranalli en 1960, que adoptó posteriormente el nombre de Carla Leone. Además de primera bailarina del Teatro de la ópera de Roma fue coreógrafa, trabajo compartió con su marido por ejemplo en El coloso de Rodas.

De su matrimonio nacieron tres hijos: Raffaella, Francesca y Andrea. Francesca Leone (nacida en 1964 en Roma) se formó en el ambiente del cine y arte: estudió escenografía en la Academia de Bellas Artes de Roma, y es pintora y escultora, aunque también actuó en papeles menores en películas de su padre.
Andrea (1967) ha trabajado en la producción de películas como Entre mujeres (In the Land of Women, 2007), y Rafaella, la mayor (1961) es también productora y diseñadora de vestuario.
El cine ha estado presente desde niño en la vida de Leone, y fue probablemente además de su profesión, su mayor afición, pero también es conocido su amor por el fútbol, aficionado de la AS Roma, era asiduo al estadio.
En el set era perfeccionista, exigente y a veces difícil con sus colaboradores, su minuciosidad con el aspecto visual, la música y el montaje marcaron cada silencio y cada paso en su filmografía.
Sergio Leone falleció el 30 de abril de 1989 en Roma a causa de un ataque al corazón, debido a problemas cardíacos que ya tenía. En ese momento estaba trabajando en un nuevo proyecto titulado Leningrado, que nunca llegó a concretarse.
Películas de Sergio Leone
Título en español | Título original | Año de estreno |
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El coloso de Rodas | Il colosso di Rodi | 1961 |
Por un puñado de dólares | Per un pugno di dollari | 1964 |
La muerte tenía un precio (Por unos dólares más) | Per qualche dollaro in più | 1965 |
El bueno, el feo y el malo (El bueno, el malo y el feo) | Il buono, il brutto, il cattivo | 1966 |
Hasta que llegó su hora (Erase una vez en el Oeste) | C’era una volta il West | 1968 |
¡Agáchate, maldito! (Los héroes de Mesa Verde) | Giù la testa / Duck, You Sucker! | 1971 |
Érase una vez en América | Once Upon a Time in America | 1984 |

Premios y nominaciones
Curiosidades
Coproducción multilingüe y doblaje
Los primeros western de Leone fueron coproducciones entre Italia, España y Alemania, incluyendo estrellas del cine americano, por lo que durante los rodajes se hablaban varios idiomas: italiano, español, alemán e inglés.
Para evitar problemas con el audio, y facilitar las interpretaciones, muchas escenas se filmaron sin sonido directo, y también era habitual que actores italianos dijeran sus frases en su idioma y las estrellas dieran la réplica en inglés. Daba igual porque después en la sala de doblaje se ponía el idioma para cada mercado.
Leningrado
Uno de los sueños personales de Leone al final de su vida era rodar Los 900 días: el sitio de Leningrado, una superproducción sobre el asedio de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial. Tenía pensado contar con Robert De Niro, co-producción ítalo-soviética, y estaba preparando todo. Pero falleció antes de poder ponerlo en marcha.
Lanzador de carreras

El director italiano fue clave para relanzar o dar nueva visibilidad a actores como Lee Van Cleef, que antes de la Trilogía del Dólar era secundario o villano menor en westerns americanos. Leone le dio roles icónicos convirtiéndolo en una estrella absoluta del spaghetti.
Clint Eastwood era sólo una cara conocida de la televisión cuando rodó su primera película con él, pero tras El bueno, el feo y el malo volvió como una estrella internacional iniciando una carrera meteórica.
También, su elección de Henry Fonda como villano en Hasta que llegó su hora fue arriesgada, Fonda, en el epílogo de su carrera era conocido por sus papeles de héroe, pero Once upon a time in the west le convirtió en un personaje oscuro y le permitió dar una de las mejoras interpretaciones de su carrera.
Otras preguntas de usuarios
¿Sergio Leone ganó un Oscar?
Como ya hemos visto en los premios, nunca estuvo nominado por la academia en la categoría de mejor director. Sólo ganó un premio en su país por ¡Agáchate, maldito!, pero cuando estrenó sus películas más recordadas Hollywood miraba para otro lado, pensando que su cine era de clase B. Ha sido el tiempo el que ha puesto a Leone como uno de los mejores directorios de su generación.
¿Dónde está enterrado Sergio Leone?
El legendario director de cine está enterrado en el Cementerio Napoleónico en Pratica di Mare, cerca de Roma, un cementerio privado y familiar gestionado por los descendientes de la familia Borghese, una de las dinastías aristocráticas más antiguas e influyentes de la capital italiana.
Leone fue enterrado allí en 1989 porque su familia tenía vínculos y permiso para usar ese lugar, y de hecho, es el nombre más famoso popular que descansa en ese cementerio.
Enlaces de interés
- Curiosidades sobre Por un puñado de dólares: leer en RTVE
- Erase una vez: Leone. Reportaje de 2001 sobre su legado (Inglés subtitulado). Ver en YouTube
Legado y por qué le recordamos

Sergio Leone hizo con el western lo que pocos se atreven, matarlo para resucitarlo más grande, más violento y más hermoso. Con apenas siete largometrajes creó una mirada nueva en el cine con un sello personal alimentado de su amor al western y al cine de Kurosawa. Elevó el sudor y los silencios a la categoría de poesía visual con planos eternos y escenas colosales de duelos.
Pasó de rodar en Almería a Monument Valley, y convirtió la pantalla en un templo donde lo épico y lo íntimo se daban la mano. Fue uno de los que sin duda inspiró a Eastwood para ponerse tras la cámara, dejó para Tarantino un manual de revisión estilística, y le recordó a Hollywood que las historias universales podían contarse con más pasión que presupuesto.
Murió joven, con 60 años, pero dejó un legado inmenso. Con sólo siete películas su nombre figura para siempre entre los grandes directores de la historia y con sitio de honor en nuestra web. La evolución desde sus comienzos hasta la poesía visual sobre los gangsters de Nueva York es insondable. En cada silbido, en cada plano detenido hasta lo insoportable, en cada duelo que se eterniza hasta que explota, sigue presente la gran lección de cine que nos dio.
Grazie Sergio.