Quién era Anthony Quinn
Datos | Información |
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Nombre artístico | Anthony Quinn |
Fecha de nacimiento | 21 de abril de 1915 |
Lugar de nacimiento | Chihuahua, México |
Nacionalidad | Estados Unidos, México |
Profesión | Actor, escritor, artista plástico |
Años en activo | 1936–2001 |
Fecha de fallecimiento | 3 de junio de 2001 (86 años) |
Formación | Frank Lloyd Wright School of Architecture |
Premios destacados | 2 Oscar, Globo de Oro, BAFTA Honorífico |
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- Nombre completo: Antonio Rodolfo Quinn Oaxaca
- Cónyuges: Katherine DeMille, Iolanda Addolori, Kathy Benvin
- Hijos destacados: Francesco Quinn, Lorenzo Quinn
- Lugar de fallecimiento: Boston, Massachusetts, Estados Unidos
- Profesiones: Actor, Escultura, Productor de cine
Biografía extensa de Anthony Quinn
Anthony Quinn nació en México pero se crió en Los Ángeles, donde su carisma desbordante y su acento mestizo no pasaron desapercibidos. Hijo de un revolucionario mexicano y de una madre de origen irlandés, Quinn tenía el ADN de las películas de aventuras incluso antes de pisar un set.


Carrera como Actor
Sus primeros años
Estudió arquitectura con Frank Lloyd Wright, pero pronto se dio cuenta de que prefería construir personajes antes que casas. Su primer trabajo en el cine llegó en los años 30, haciendo de boxeador, vaquero, indio, bandido… y lo que le echaran. Si alguien necesitaba a un «tipo duro con acento», Quinn era un candidato idóneo.
Sus papeles durante la década de los 40 no evolucionaron demasiado, ni en los personajes ni en su relevancia en pantalla. Durante esta época rodó cerca de 15 películas, muchas de ellas en papeles secundarios donde solía interpretar a gánsteres, soldados, nativos exóticos o cualquier personaje que necesitara un acento ambiguo y una mirada intensa.
Aunque trabajó en títulos como City for Conquest (1940) o The Ox-Bow Incident (1943) —un western sobrio que hoy es de culto—, la mayoría de sus papeles eran pequeños, aunque no por ello carentes de presencia.
En 1947, apareció en Oro negro (Black Gold), donde por fin tuvo un rol protagonista como el indio Charley Eagle, un entrenador de caballos. Esta película, aunque modesta, le dio algo que no abundaba en su filmografía de aquel momento: tiempo en pantalla y una historia centrada en su personaje.
El reconocimiento internacional le llegó en los años 50, cuando ganó dos Oscars como mejor actor secundario: el primero por ¡Viva Zapata! (1952), donde hacía sombra al mismísimo Marlon Brando, y el segundo por El loco del pelo rojo (1956), interpretando a Gauguin con una intensidad que podría haberle arrancado los pinceles al Van Gogh que interpretaba Kirk Douglas.
Sus papeles más emblemáticos
En 1954 participó en La strada, una de las obras maestras de Federico Fellini, donde demostró su capacidad para combinar brutalidad y ternura. Interpretaba a Zampanò, un forzudo de feria rudo y atormentado, que compartía pantalla con Giulietta Masina en un duelo de miradas y silencios que hoy sigue rompiendo corazones. La strada fue su pasaporte hacia un cine más profundo y artístico, muy lejos del encasillamiento de sus primeros años.

En los años 60 alcanzó el estatus de icono internacional gracias a Zorba, el griego (1964), donde interpretó al carismático Zorba, un personaje excesivo, vitalista y profundamente humano que se convirtió en su firma artística. La energía con la que bailaba el sirtaki —improvisado por necesidad, te lo contamos más adelante — aún resuena como símbolo del cine con alma, vida y mucha arena en los zapatos.

En la década de los 60 dejó huella en títulos monumentales como Los cañones de Navarone (1961), donde compartió cartel con Gregory Peck y David Niven en una aventura bélica de la II guerra mundial; Barrabás (1961), donde encarnó nada menos que al famoso ladrón bíblico en un drama religioso producido por Dino De Laurentiis; Lawrence de Arabia (1962), en el que fue el imponente jeque Auda abu Tayi junto a Peter O’Toole y Omar Sharif; Las sandalias del pescador (1968), donde Anthony Quinn interpretó a Kiril Lakota, un arzobispo ucraniano liberado tras años de prisión en Siberia que, casi contra su voluntad, es elegido Papa en medio de una crisis mundial; y Los cañones de San Sebastián (1968), una western europeo con Charles Bronson.
Durante toda esta época, Quinn alternaba con facilidad cine comercial y cine de autor, sin perder ni un gramo de intensidad. Era el actor que podía enfrentarse a un desierto, una tormenta de nieve o a Gregory Peck… y salir más digno que un mármol griego.
En los años 70 y 80 mantuvo su presencia internacional en producciones como Across 110th Street (1972), El mensaje (1976) —donde interpretó a Hamza, el tío del profeta Mahoma—, y El león del desierto (1980), en el papel del líder libio Omar Mukhtar. Continuando con papeles de gran carga dramática e histórica.
Años 90 en su madurez cinematográfica
En los años 90, Anthony Quinn se convirtió en un espejo al Hollywood clásico con papeles secundarios de prestigio en muchos éxitos de la década, que necesitaban el contrapunto de un actor con la madurez y aura de Quinn.

Empezó la década con fuerza en Venganza (Revenge, 1990), un thriller pasional junto a Kevin Costner, donde interpretó a un mafioso mexicano poderoso y vengativo, dueño de una hacienda… y de tragedia anunciada. Al año siguiente, participó en Jungle Fever (1991) de Spike Lee, con un papel secundario pero rotundo, y en Yo, tú y mamá (Only the Lonely), una comedia romántica que la crítica no vio con buenos ojos donde volvía a ejercer de figura paterna con carisma seco.
En Mobsters (1991), interpretó al legendario mafioso Joe Masseria, en una revisión juvenil del crimen organizado. Dos años después, se incorporó a la autoparodia del cine de acción El último gran héroe (1993), donde fue el mafioso Tony Vivaldi con una mezcla perfecta de ironía, elegancia y clasicismo. Y en Alguien a quién amar (1994), volvió a lucir su lado más humano en un drama coral ambientado en Los Ángeles.
En 1995 compartió pantalla con Keanu Reeves y Aitana Sánchez-Gijón en la redonda Un paseo por las nubes , interpretando a Don Pedro Aragón, el patriarca de una familia vitivinícola mexicana asentada en California. Quinn fue el contrapunto amable en la familia Aragón para el personaje de Keanu.
Anthony Quinn como director y productor
Mucho antes también se puso detrás de las cámaras, pero lo hizo en una sola ocasión, y fue por amistad y lealtad. Dirigió Los bucaneros (1958) después de que Cecil B. DeMille, productor de la cinta y su suegro por aquel entonces, enfermara y no pudiera continuar con el proyecto. La película, protagonizada por Charlton Heston y Yul Brynner, ya estaba avanzada cuando Quinn aceptó el reto, sin experiencia previa como director. A pesar de su implicación, la experiencia no fue satisfactoria: problemas de producción, diferencias creativas y una recepción crítica tibia hicieron que Quinn decidiera no repetir la aventura.
Anthony Quinn también ejerció como productor en varias ocasiones puntuales, siempre vinculado a proyectos que le apasionaban. Fue productor asociado en Zorba el griego (1964), uno de sus papeles más emblemáticos, lo que muestra su implicación creativa en una obra que lo marcó profundamente. Más adelante, fue productor ejecutivo en el thriller policial Pánico en la Calle 110 (1972), en el drama empresarial Circle of Power (1981), y en Oriundi (2000), un proyecto más íntimo en la recta final de su carrera.
Vida personal
La vida personal de Anthony Quinn fue tan intensa y desbordante como su carrera. Se casó tres veces y tuvo nada menos que 12 hijos con diversas parejas. Su primer matrimonio fue con la actriz Katherine DeMille, hija del director Cecil B. DeMille. Más tarde, se casó con Iolanda Addolori, con quien compartió décadas de vida. Su último matrimonio fue con su asistente Kathy Benvin, con quien tuvo dos hijos más en la etapa final de su vida. Tuvo otros dos hijos con Friedel Dunbar, con la que no se llegó al altar.
Entre relaciones, rodajes y esculturas, Quinn dejó una estela de romances, anécdotas y titulares que alimentaron durante años las páginas de sociedad. No obstante, también cultivó amistades profundas con figuras del arte y la política, y siempre mantuvo un vínculo fuerte con sus raíces mexicanas.
En sus últimos años, vivió entre California y Rhode Island, sin alejarse del todo de los focos, pero sí del ritmo frenético de Hollywood. Falleció el 3 de junio de 2001 en Boston debido a una insuficiencia respiratoria, dejando un legado tan amplio como su filmografía y una imagen que aún hoy resulta inolvidable.
Películas de Anthony Quinn (filmografía)
Título en español | Título original | Año de estreno |
---|---|---|
Oro negro | Black Gold | 1947 |
¡Viva zapata! | ¡Viva zapata! | 1952 |
Ulises | Ulisses | 1954 |
El loco del pelo rojo | Lust for life | 1956 |
Viento salvaje | Wild Is the Wind | 1957 |
El retorno del forajido | The Ride Back | 1957 |
Al borde del río | The River’s Edge | 1957 |
Orquídea negra | The Black Orchid | 1958 |
Trágica fascinación | Hot Spell | 1958 |
El último tren de Gun Hill | Last Train from Gun Hill | 1959 |
El hombre de las pistolas de oro | Warlock | 1959 |
El pistolero de Cheyenne | Heller in Pink Tights | 1960 |
Retrato en negro | Portrait in Black | 1960 |
Los dientes del diablo | The Savage Innocents | 1960 |
Los cañones de Navarone | The Guns of Navarone | 1961 |
Barrabás | Barabbas | 1961 |
Lawrence de Arabia | Lawrence of Arabia | 1962 |
Réquiem por un campeón | Requiem for a Heavyweight | 1962 |
Y llegó el día de la venganza | Behold a Pale Horse | 1964 |
Zorba, el griego | Zorba the Greek | 1964 |
La visita del rencor | The Visit | 1964 |
Mando perdido / Los centuriones | Lost Command | 1966 |
Los cañones de San Sebastián | La Bataille de San Sebastian | 1967 |
El suceso | The Happening | 1967 |
Las sandalias del pescador | The Shoes of the Fisherman | 1968 |
Sueño de reyes | A Dream of Kings | 1969 |
El secreto de Santa Vittoria | The Secret of Santa Vittoria | 1969 |
El indio altivo | Flap | 1970 |
RPM: revoluciones por minuto | R.P.M. | 1970 |
Secretos de una esposa | A Walk in the Spring Rain | 1970 |
Pánico en la calle 110 | Across 110th Street | 1972 |
El Don ha muerto | The Don Is Dead | 1973 |
La herencia Ferramonti | L’eredità Ferramonti | 1976 |
Mahoma, el mensajero de Dios | The Message | 1976 |
Los hijos de Sánchez | The Children of Sanchez | 1977 |
Caravanas | Caravans | 1978 |
El griego de oro | The Greek Tycoon | 1978 |
El león del desierto | Lion of the Desert | 1979 |
Alto riesgo | High Risk | 1981 |
La salamandra roja | The Salamander | 1981 |
Crónica del alba. Valentina | Crónica del alba. Valentina | 1981 |
Regina Roma | Regina Roma | 1982 |
Los fantasmas no pueden… hacerlo | Ghosts Can’t Do It | 1989 |
Pasión de hombre | Pasión de hombre | 1989 |
Venganza | Revenge | 1990 |
El imperio del mal | Mobsters | 1991 |
Fiebre salvaje | Jungle Fever | 1991 |
Yo, tú y mamá | Only the Lonely | 1991 |
El último gran héroe | Last Action Hero | 1993 |
Alguien a quien amar | Somebody to Love | 1994 |
Un paseo por las nubes | A Walk in the Clouds | 1995 |
Site sirvientes | Seven Servants | 1996 |
Tierra de cañones | Tierra de cañones | 1999 |
El protector | Avenging Angelo | 2001 |
Curiosidades sobre Anthony Quinn
- ¿Oscar? ¿Cuál Oscar? ¡Ah, sí, ese!
Cuando ganó su primer Oscar por ¡Viva Zapata! (1952), apenas tuvo tiempo de saborearlo. En la entrega, subió, sonrió, lo recogió… y lo perdió. Literalmente. Tardó semanas en encontrar la estatuilla, que había terminado en el asiento trasero de un taxi de Los Ángeles. - Zorba no sabía bailar… hasta que se inventó el baile
El famoso sirtaki de Zorba el griego (1964) no existía como tal antes del rodaje. Quinn tenía una lesión en el pie y no podía ejecutar los pasos tradicionales, así que improvisó un baile más lento arrastrando los pies por la arena… que terminó siendo historia del cine. Años después dijo «Bailé porque no podía correr». - Un mexicano en el Olimpo (literalmente)
Interpretó a Zeus en Hércules (1997) y Hércules y Xena. Su acento latino contrastaba con la toga blanca, pero le daba un aire tan poderoso que parecía que los rayos de verdad le obedecían. - Se negó a blanquearse los dientes para Hollywood
En una época en la que las sonrisas brillaban más que los focos, Quinn mantuvo sus dientes naturales. Decía que blanquearlos lo haría parecer “menos real”. No se los blanqueó… pero convenció igual. - Fue boxeador, predicador y vagabundo… en pantalla
Su versatilidad era tal que pasó de interpretar a un esquimal (Los dientes del diablo) a un mafioso siciliano, a Pablo Picasso, a Atila el Huno y al mismísimo Quasimodo. ¿Próximo reto? Ser él mismo… y eso ya era bastante papel. - Fue padre… ¡A los 81 años!
Se casó tres veces, tuvo 12 hijos, y mantuvo relaciones con actrices, modelos, y alguna que otra duquesa. Su última paternidad fue a los 81 años. Sí, has leído bien: ochenta y uno. Hay volcanes con menos actividad. - Anthony ‘el escultor’ Quinn
En paralelo a su carrera cinematográfica, era escultor reconocido. De hecho, expuso en museos y galerías internacionales. Su obra era intensa, visceral… y bastante más económica que una entrada a los Oscars. - Estuvo a punto de ser Lawrence… pero acabó siendo Auda
En Lawrence de Arabia, se barajó brevemente su nombre para el papel principal, pero Lean ya había fichado a Peter O’Toole. Le ofrecieron entonces el papel de Auda abu Tayi, y aunque tenía solo unas pocas escenas, las convirtió en oro. El turbante, eso sí, se lo quedó de recuerdo.
Premios y nominaciones de Anthony Quinn
Organismo y año | Categoría | Resultado |
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Premios Óscar (1953) | Mejor actor de reparto (¡Viva Zapata!) | Ganador |
Premios Óscar (1957) | Mejor actor de reparto (El loco del pelo rojo) | Ganador |
Premios Óscar (1958) | Mejor actor (Viento salvaje) | Nominado |
Premios Óscar (1965) | Mejor actor (Zorba el griego) | Nominado |
Globos de Oro (1987) | Premio Cecil B. DeMille | Ganador |
Globos de Oro (varios) | 5 nominaciones más como actor | Nominado |
BAFTA (1962, 1965) | Mejor actor (Lawrence de Arabia, Zorba) | Nominado |
Enlaces de interés y fuentes
Por qué recordaremos a Anthony Quinn
En The Film Nook Set, tenemos la teoría de que todos descubrimos a Anthony Quinn sin saber que lo estábamos buscando. Aparecía en esas películas de Semana Santa que ponían por televisión y duraban toda la tarde. Y se quedaba clavado en la retina: un tipo con voz de trueno, cejas épicas y presencia de mito griego. Años después, lo vimos en Un paseo por las nubes y dijimos: «¿Quién es ese abuelo que parece salido de un fotograma de Hollywood dorado?» Era él. Siempre era él. Anthony Quinn fue el nexo entre el cine clásico y el moderno, entre el México revolucionario y los estudios de Los Ángeles. Fue Gauguin, Zapata, Papa… y fue él mismo en cada escena. No era perfecto, pero era inolvidable. Y eso, en el cine y en la vida, vale más que todos los premios juntos.
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